Donde lo oscuro cobra vida entre montes, ríos y caminos perdidos. Desde la aterradora Tulivieja que llora por su hijo, hasta el Chivato, un ente demoníaco con patas de cabra y ojos encendidos, el folclore panameño está lleno de figuras que castigan, protegen o arrastran las almas al más allá. La Llorona, el Cadejo, la Cegua, el Silbón y las Brujas del monte forman parte de esta mitología viva, donde la tradición oral y el miedo se mezclan con la magia, la muerte y lo oculto. Chamuko Clothing se inspira en estas historias para invocar moda con identidad, oscuridad y raíces profundas.

La Tulivieja
Una de las más icónicas. Se dice que fue una mujer que, al quedar embarazada sin estar casada, ahogó a su hijo en un río. Como castigo, fue condenada a vagar eternamente buscándolo, transformada en una criatura con cara horrenda, alas de murciélago, pechos colgantes y un llanto desgarrador.
Se aparece en las noches, sobre todo en zonas rurales, y asusta a los hombres mujeriegos y borrachos.

El Chivato
Es una figura legendaria con cuerpo humanoide, patas de cabra, cuernos retorcidos y ojos encendidos como brasas. Muchos lo comparan con una especie de fauno maldito o un demonio panameño que habita en los montes, sobre todo en áreas rurales.
Se dice que es un espíritu maligno o demonio que aparece a los que se internan solos en la montaña o caminan de noche por caminos solitarios.

El Chupacabras
Es una criatura mítica que se hizo famosa en toda América Latina, y en Panamá también forma parte del imaginario oscuro del pueblo. Su nombre lo dice todo: se alimenta succionando la sangre de animales, especialmente cabras, gallinas y ganado, dejando tras de sí cuerpos secos y sin una sola gota de vida.
Se le atribuyen apariciones en zonas rurales, especialmente donde hay cría de animales. Actúa de noche, en silencio, y nunca deja rastro aparte de los cuerpos secos.